28 junio 2010

El llamado y el aprendizaje

Sin conocer exactamente la razón, un día sentimos una atracción inexplicable hacia esta o aquella actividad: la herrería, la actuación escénica, la equitación, la música. Casi siempre esa atracción es irrefrenable; casi siempre también está asociada a la habilidad o al talento que requiere la actividad que nos atrae.El llamado nace de una disposición innata que nos otorga, en proporciones variables, la capacidad de hacer las cosas.Además, nos da el goce de consagrarnos a aquello que amamos.El corazón del llamado, no es el conocer sino el hacer.El pintor pinta porque cree, y en parte es verdad, que sólo en y por la pintura llegará a ser lo que es; pintar es su destino y sin la pintura él no tendría existencia real, sería una sombra de sí mismo.La vocación nos llama a ser lo que somos a través de algo distinto de lo que somos: obras, objetos, ideas, actos. Lo interior se transforma en lo exterior.La vocación nos dice: tú eres lo que haces.El hombre, decía Aristóteles, es imitador por naturaleza y el aprendizaje comienza con la imitación. Sin ella, serían inexplicables todas las vocaciones, pues ¿de dónde viene el llamado sino de un movimiento anímico que nos lleva a emular e imitar al que admiramos?, la admiración nace de la capacidad maravillosa de asombrarse. Es un sentimiento frecuente en la infancia y en la adolescencia. Una obra o una persona nos inspira asombro y, si ese sentimiento es profundo, algo más pleno: adhesión. Nos identificamos con aquello que admiramos y entonces brota el deseo de imitación. Por la imitación nos apropiamos de los secretos del hacer.El llamado nos invita a hacer; La imitación nos enseña cómo hacer.Guía a veces pérfida y que puede convertirnos en repetidores sin originalidad. Su aliado en esa exploración de lo desconocido es justamente lo que ha aprendido en sus imitaciones; si ha sido capaz de dominarlas, está listo para dar el salto. Todos los escritores y autores comienzan imitando; todos, si tienen talento, convierten sus imitaciones en invenciones. Los poetas, sin excluir a los más grandes, recurren sin cesar a la tradición y en sus obras se encuentran siempre pasajes que son tejidos de alusiones a las obras del pasado. Lo sorprendente es que esas alusiones se transforman en algo nuevo y nunca oído. Alfonso Reyes recogió toda su obra poética bajo el título de Constancia poética. Hermoso título. (Octavio Paz 1914-1998)

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